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jueves, 14 de noviembre de 2013

"¿Qué fue de ti, querida, Verónica Lake?"



Iconico  peinado de musical sonido peekaboo. Eso era ella. A pesar de su escasa estatura, uno cincuenta, como su edad fatídica al morir con medio siglo. Pin UP estadounidense de recuerdo inmortal. Como su gesto y su media mirada, velada por su larga melena ondulada, adaptada para el cine negro con esa pátina de su imagen añorada. 

Tal día como hoy, nacía en el famoso barrio, de New York, Brooklyn. Como sus filmes, su infancia fue traumática y con brotes de esquizofrenia paranoide cuentan las malas lenguas.  En los años cuarenta su imagen se fue agigantando a pesar de su corta estatura. Acentuando su mechón de pelo que cubría su ojo diestro. Revitalizando su imagen y golpeando al star system con una aureola de misterio que clavaría en sus filmes posteriores. Su nombre para garantizar ese impulso que le había dado su aspecto y su figura se transformo también. Con una imagen también fue rebautizada, con un lago concretamente. Para remarcar sus profundos ojos azules que hipnotizaban a través de las secuencias del celuloide. Todos estos cambios quizás no hubiesen tenido tanto alcance si no hubiera fichado por la Paramount Pictures. Vehículo clamoroso revestido de glamour para crear una estrella. La cual tendría miles de seguidores arrojados al impulso de sus mohines escénicos y  al halo misterioso que desprendía en el encanto real de los hombres. 

Pero, irónicamente, a pesar de que su popularidad era creciente un elenco de actores de los estudios comenzaba a negarla como compañera. Muchos no quisieron repetir películas con la pin UP. El único que salvaguardaba su compañía era el actor Alan Ladd con el que hizo varios títulos. Sería una cuestión de centímetros por lo que el ejecutante volvió a repetir. 

Como muchas actrices de la época de esplendor se casó varias veces. Perdió un hijo y atravesó ciertas penurias que le llevaron a los brazos del alcohol. Quizás, el canto de cisne fue la Dalia azul. Aunque le granjeo fama de idiota debido a un apodo que le puso el escritor durante el rodaje, Raimond Chadler, dirigiéndose a ella como Moronica Lake. 

De ahí la perplejidad de la caída libre hacia el ocaso de una crisis financiera y emocional. Deambuló entre el perfil del medio pelo y el lumpen de ciudad. Abandonada a los estragos de la bebida y a la equivocada muestra de los escándalos por las calles de la ciudad que iba apagando su estrella. Llegando a ser camarera de ocasión y vivir recluida por paranoica. 

Estos acontecimientos últimos sirvieron para embolsar unos dividendos para alimentar el morbo de los americanos y su way of life. La estampa de Verónica se marchitaba entre el olvido de su firmamento. Derrochando en un penúltimo impulso los beneficios de una autobiografía de sangre y carnaza en el despropósito de un epílogo de acción en forma de cinta de terror. 

El horror de su vida envuelta en una supuesta revolución, enfrentada contra el mundo, enmarcada en una rebeldía equivocada. A pesar de su contribución al cine y al suspense acelerado de su vida, malgastó su estrella. En la cama de un hospital vacía y sola, carcomida por una hepatitis agonizó sus últimos días, quizás con el remordimiento de su soledad. Pudiendo haber llegado mucho más lejos, nos dejo su imagen inmortal de pin UP elegante, de misterioso trazo y sensualidad acariciando su ondulada melena. 


Solo por eso merece nuestro recuerdo. Querida Verónica, la pin UP más grande de las artistas. Tu imagen es reflejo de muchas de las chicas que buscan en el rock and roll su modo y medio de vida. 

JaviJerryLee®2013. Día 14 de noviembre. 





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