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martes, 4 de marzo de 2014

Rey Luy en La Barca Club

Rey Luy en La Barca Club. Día 2 de marzo.


Había un poso reivindicativo en la reunión. El enfoque preciso ante tanto desenfoque institucional. Las partituras del sistema no cuadraban la realidad con tanto chirriante desafino de sus actos impertinentes, sin pies ni cabeza el argüir del estertor de su voluntad. Como Atilas desmesurados vilipendiando al único rincón que atesora el beneplácito del alma y del ser humano. Anquilosamiento de hechos y disposiciones reaccionarias en la testuz de sus normas.

Ante tal persecución y provocando la prueba de su desmesura, "Rey Luy", spanish swing sound, propuso un concierto acústico el domingo pasado. Una matinal que con la ayuda de una aplicación que servía para medir los decibelios atestiguaría en duelo al sol la falacia de la doctrina policial. Allí estaban como siempre Raúl, Angel y Gustavo desmenuzando los sonidos del genuino swing tamizados por un rock and roll de armas tomar. Con pocos medios y con la maestría de las cuerdas tanto vocales como en las guitarras y el contrabajo. Como digo nos deleitaron con la precisión de sus canciones y monólogos en forma de chascarrillos con la firma irónica de Raúl. Recorrido por sus ya clásicas canciones. Y por las versiones de unas canciones tan auténticas que han hecho ya como suyas. Si no que se lo digan a "Summertime blues", "American gígolo" o "Pretty woman" entre otras.

En medio de la fiesta, tuve el magnífico honor de escuchar la voz del maestro presentándome como gran rapsoda. Tanta satisfacción era que los poemas, preparados para la ocasión, pude recitarlos con las dosis del nervio mordiendo la yugular de mi expresión. Si hay próxima vez, seguro que lo haré mejor. Pero a parte de esta veleidad pude sentirme encausado, aportando mi granito de verbo en esta afrenta organizada por el poder establecido, siendo simpatizante de la rebeldía y rebelde al mismo tiempo. Así pues, mi agradecimiento a los artistas por hacerme sentir como mis admirados escritores de la generación beatnik, en boca de aullido recitando la vida alternativa, en los maravillosos cincuenta acendrados de la realidad imperante y sometida.

La fiesta siguió y por allí ningún municipal apareció. Rajándose la faz en el mutismo de su barba y quedando como única realeza los allí presentes, bajo las directrices del primer monarca republicano que he conocido. Todo ello con un tono irónico, para rebajar las tensiones derivadas por el mal tiempo. Así pues, la tarde dominical término entre risas compartidas, fotos y buenos deseos. Con el sabor del swing mezclado con spanish sound y gotas de sal gorda con efluvios de clásico rock and roll. Un gran menú para paladares exquisitos y para pacientes rebeldes en espera de la autoridad que bajo silencio administrativo positivo condene, como siempre, nuestras almas de rock and roll.


Ps. Lo único que se pudo demostrar de esta sesión fue que el acústico integral matinal como lo quisieron llamar nunca pasó los decibelios que pudieran indicar: touche.


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